
Sudáfrica 2010 - Grupo A
Uruguay sigue dando alegría a su gente.
Goleó a Sudáfrica e ingresó al camino de la clasificación
Mira los goles , la celebración en Montevideo y en el estadio.
Ni las vuvuzelas ni la localía. Ni la velocidad de Tshabalala ni la magia escondida de Pienaar. Nada pudo detener el gran trabajo de Uruguay Con un ritmo de juego inusitado luego del empate a cero en el debut, la Celeste volvió a mostrarse seguro en defensa, y a eso le sumó una eficacia goleadora en ataque digna de la calidad de un jugador distinto como Diego Forlán. De todas maneras y a pesar de los goles, la gran figura de la goleada por 3 a 0 fue el equipo, que tuvo en cada pieza un sinónimo de entrega, velocidad, luchador en la marca y tranquilidad para jugar, decisiva para conseguir una victoria que deposita a la selección con más de medio cuerpo en los octavos de final.
Desde el planteamiento de Tabárez, Uruguay comenzó a sacar ventajas ante el dueño de casa. La rapidez por las bandas que tanto caracteriza a los “Bafana Bafana” fue suprimida por la presencia de Fucile por izquierda y Pereira en la derecha. Ni Pienaar encontró los espacios entre líneas, ni Mphela la tuvo fácil para moverse entre los zagueros uruguayos de gran actuación De esta manera, Sudáfrica fue adentrándose cada vez más en un callejón bien Celeste, que la llevó a tiros desde lejos de Tshabalala carentes de peligro, a perder pelotas en el medio por la presión asfixiante de Arévalo Ríos, el Ruso Pérez y Palito Pereira, que se devoraron cualquier rival en el mediocampo.
Y cuando la buena actuación en defensa se traslada a los de arriba, partido completo. Y esto fue lo que pasó. Uruguay tiene a “su” Diego, pero también a un Luis que cuando se engrana en el ritmo de juego es imparable. Sus goles en Holanda no son una casualidad; el pibe tiene magia, y no hay con qué darle. Controló la pelota, tuvo sus chances de gol, peleó todas arriba, fabricó el penal del segundo gol y hasta se ligó un piñazo en la boca. Pero así y todo ni Mokoena ni Gaxa lo pudieron parar.
Cavani fue otro gladiador. Su velocidad sirvió para el ataque y la marca. Para la generación de juego y la creación de peligro. Solo le faltó el gol, que también estuvo cerca con tiros desde lejos bien tapados por los dos arqueros sudafricanos. Sin embargo, a falta de uno apareció Forlán, el 10 que aprovechó el zigzagueo de una pelota tramposa para romper la red a los 23 minutos del primer tiempo. El mismo que, como un calco de aquel penal en Ecuador, elevó un remate que pocos se atreven a patear, para asentar la victoria desde los once pasos en el segundo tiempo. Sí, Forlán. El que también tuvo alguna que otra chance más desde lejos, y asistió a sus compañeros sin el egoísmo que quizás otras figuras tienen. Ese Diego que hoy, con dos golazos, es el goleador del torneo.
En fin, Uruguay dio un gran paso. Su personalidad sobre la cancha evidenció hoy que detrás de esa camiseta Celeste existe un bicampeón mundial. Ni la fiesta sudafricana pudo contra un equipo que ganó de principio a fin. Desde el pitazo inicial del suizo Busacca, de correcta labor en todo el partido, hasta el gol de Palito Pereira en los descuentos tras gran pase de Suárez por la derecha, que elevó la Jabulani por arriba del arquero suplente Josephs.

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